Érase una vez un rincón madrileño
En la zona este de la Comunidad de Madrid, en la cuenca media del Jarama, se ubica el municipio de Camarma de Esteruelas, una pequeña localidad con no más de 7.100 habitantes que cuenta con una de las grandes joyas de la arquitectura mudéjar del siglo XII además de con interesantes yacimientos arqueológicos y un entorno natural digno de admiración.
En una de sus calles principales se ubica la Biblioteca Municipal en la que se conserva un humilde fondo compuesto por libros y folletos, diapositivas, documentos sonoros tanto en discos compactos como en casetes y vinilos, materiales audiovisuales en múltiples formatos e incluso documentos cartográficos.
Entre sus instalaciones encontramos una sala general de libre acceso, una principal o para adultos y otra infantil y juvenil, además de una hemeroteca. En ellas se ofrecen una gran variedad de servicios gratuitos que abarcan desde el acceso a Internet hasta un equipamiento compuesto por ordenadores, lectores multimedia, regrabadoras, equipos multifunción, impresoras, escáneres y fotocopiadoras. A ellos hay que añadirles los recursos disponibles en red como son la página web o el catálogo.
Este espacio, aunque modesto, se ha convertido en el epicentro de la cultura del municipio, donde muchos camarmeños se refugian en el placer de la lectura y los comentarios literarios a través de las actividades para adultos como los Clubs de lectura o las Tertulias con té; al mismo tiempo que se ha conformado como un centro social para las familias que encuentran en sus salas el lugar perfecto para disfrutar del tiempo libre con los más pequeños mediante talleres como los Clubs de lectura juvenil e infantil o los cuentacuentos como Mi mama y mi papá nos cuentan cuentos en la biblioteca.
Un nuevo contexto, una nueva realidad bibliotecaria
En la entrada, sentada en una mesa de madera, casi siempre con un libro entre sus manos, se encuentra la bibliotecaria. Una mujer amante de la cultura y la historia que custodia la palabra escrita y transmite a los usuarios su pasión por ella. Siempre dispuesta a insuflar de vida las paredes de aquel rincón camarmeño que se ha convertido en los últimos años en un elemento indispensable para el municipio y para la vida de nuestra protagonista.
Paloma Chamorro estudió Historia en la Universidad de Alcalá, especializándose en la Cultura Escrita y encontrando su vocación profesional en la pequeña biblioteca de la localidad madrileña en la que hoy reside. Como única bibliotecaria de la Biblioteca Municipal de Camarma de Esteruelas ha hablado con nosotros para explicarnos cómo ha afectado el estado de alarma a su profesión y cómo atisba que será la nueva realidad.
La Biblioteca cerró sus puertas el pasado 12 de marzo, en pleno auge de la pandemia, ¿qué era lo que más te preocupaba cuando esto sucedió? ¿cuál fue el primer pensamiento que inundó tu mente?
Incertidumbre. Creo que lo que más nos preocupaba a los profesionales en aquel momento era no saber lo que iba a pasar. ¿Podríamos trabajar a puerta cerrada? ¿Quién cuidaría de los libros? Es bien sabido que para una buena conservación de la palabra escrita se necesitan unas condiciones de limpieza, humedad, temperatura... que no podíamos asegurar si no estábamos en las instalaciones. ¿Cuándo podríamos volver a abrir nuestras puertas? ¿En qué condiciones? Nuestros vecinos son grandes lectores, siempre acuden en busca de nuevas aventuras, nuevos libros con los que entretenerse y cultivar sus mentes. Con el cierre de puertas nuestras estanterías no podrían saciar esta inmensa hambre de letras.
Inaugurado el confinamiento muchas bibliotecas decidieron que sus profesionales debían trabajar en las instalaciones a puerta cerrada, mientras que otras optaron por el teletrabajo. En vuestro caso ¿qué opción entendisteis más acertada?
Nosotros optamos por el trabajo presencial, siempre a puerta cerrada para respetar el estado de alarma. Decidimos hacerlo así porque en nuestro fondo existe una gran cantidad de material sin etiquetar de acuerdo con los requisitos que exige la Red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid para poder llevar a cabo el Préstamo Interbibliotecario; y la situación nos ofrecía la oportunidad de ponernos al día. Para que podáis haceros una idea la Biblioteca se abrió en 1992 y hasta 2016 no se comenzaron las labores de etiquetado. Esto supone un retraso de más de veinte años. En estos dos meses con esfuerzo y constancia he conseguido etiquetar una gran cantidad de libros que equivaldrían a unos 10-12 años.
En los últimos meses hemos visto ejemplos de bibliotecas municipales que han fomentado iniciativas muy originales para mantenerse cerca de sus usuarios ya sea con talleres y actividades en línea o incluso con los préstamos a domicilio. En vuestro caso ¿os habéis sumado a esta ola de originalidad bibliotecaria?
Los camarmeños nos hemos tenido que enfrentar a una situación realmente difícil, como gran parte de la Comunidad de Madrid. Muchos de nuestros vecinos, la mayoría de edad avanzada, se han tenido que enfrentar de primera mano a la pandemia y eso ha generado en la comunidad una gran preocupación y un inmenso miedo al contacto social. A ello debemos sumarle que en la Biblioteca solamente estoy yo, por lo que nuestros recursos humanos son muy escasos y necesito colaborar con el Ayuntamiento para organizar las diferentes actividades. Todo ello, unido a que tampoco hemos recibido por parte de la Comunidad de Madrid unas bases o criterios, ha creado una mezcla explosiva que nos ha imposibilitado el préstamo a domicilio.
Sin embargo, como profesional y vecina, no podía dejar solos a todos los que habitualmente acuden a mi mesa para que les recomiende libros al grito de a ver qué nos aconseja Paloma. Por ello, siguiendo los consejos de nuestra concejala de cultura Carmen Espada, grabé una serie de vídeos de lecturas recomendadas y diseñé un tutorial para enseñar a descargar libros desde la plataforma digital E-Biblio. Podéis acceder a todos ellos en la página de Facebook del Ayuntamiento.
Con el nuevo paso en la desescalada conocimos que las bibliotecas podían volver a abrir sus puertas. ¿Qué sentiste en ese momento?
Alegría y emoción. Por una parte, porque me encanta mi labor: estar en contacto con los vecinos, contagiarles mi pasión por la palabra escrita, animarles a llevarse los libros que más encajen con sus intereses... Por otra, porque los camarmeños, que como ya he expresado antes tienen una gran cultura lectora, necesitaban tener un libro entre sus manos, poder disfrutar físicamente de la Biblioteca y de esa magia que desprende. Profesionales y usuarios necesitábamos ya volver a la normalidad cultural, aunque siempre siguiendo las recomendaciones sanitarias que son indispensables para que podamos seguir disfrutando de la palabra escrita en directo.
Se ha hablado mucho sobre los protocolos de higiene y limpieza en las bibliotecas. En vuestro caso ¿cómo os habéis enfrentado a ellos?
Nosotros hemos intentado seguir estrictamente todas las recomendaciones que nos han trasladado desde los organismos oficiales. Días antes de la reapertura, una empresa especializada en desinfección se encargó de higienizar todas las superficies a excepción de los libros que como es bien sabido no pueden desinfectarse con productos corrosivos.
En la entrada, hemos colocado un dispensador de gel hidroalcohólico para que todos los usuarios que entren se laven las manos y, además, estamos pensando en instalar un pediluvio para que también puedan desinfectarse los zapatos. En mi caso, una mampara de metacrilato protege mi mostrador y, además, estoy todo el turno con mascarilla y lavándome continuamente las manos con el gel desinfectante. No utilizo guantes para evitar la falsa sensación de seguridad.
De momento, en la fase que nos encontramos los usuarios solamente pueden acceder al vestíbulo. Hemos acordonado el resto de las instalaciones y yo soy la única que manipula los materiales, puesto que solo se nos permite hacer préstamos. Ni siquiera podemos admitir devoluciones.
Cuando superemos esta fase y los libros tengan que volver a sus estanterías deberemos aplicar un estricto protocolo. Se ha hablado mucho de la cuarentena de catorce días para los libros, pero esta exige mucho espacio para que no se toquen entre sí. En nuestro caso era imposible. Nuestras instalaciones son muy reducidas. Por ello, decidimos utilizar bolsas de plástico, cerrarlas con una termoselladora y anotar en ellas la fecha. Así podemos amontonarlos y rescatarlos cuando ya no haya en ellos ningún resto de virus.
Parece una realidad muy distinta a la que existía antes del estado de alarma ¿crees que a la Biblioteca le costará mucho arrancar de nuevo?
Al fin y al cabo el contexto ha cambiado. Necesitamos aprender a vivir con esta terrible enfermedad. Habituarnos y adoptar unas nuevas pautas. La rutina no volverá a ser la misma, por lo menos durante un tiempo no podremos caminar por sus pasillos y toquetear sus libros, no podremos refugiarnos en ella para estudiar o para entretener a los más pequeños. Sin embargo, conseguiremos adaptarnos a esta nueva realidad. Desde la Biblioteca hemos notado que con nuestras medidas de seguridad transmitimos tranquilidad a los usuarios y, al final, lo que importa es que se sientan cómodos y sigan entendiendo a este espacio como el epicentro de la cultura que es.
Hoy por fin habéis abierto las puertas a los camarmeños ¿cómo ha sido el regreso?
En el día de ayer intenté ponerme en contacto por correo electrónico con todos los usuarios para informarles de nuestra reapertura y de las nuevas pautas de seguridad. Además, como en la fase que nos encontramos únicamente se permiten los préstamos les sugerí que me enviaran un correo electrónico o se pusieran en contacto conmigo por vía telefónica para indicarme el título que deseaban. De este modo podría preparar los libros y agilizar el proceso de recogida, evitando colas y aglomeraciones innecesarias. Fieles a su cultura lectora, se han acercado muchos vecinos a por sus ejemplares. Podríamos decir que la vuelta ha sido todo un éxito. Entre todos hemos conseguido una gestión impecable y sobre todo segura.
¿Volveremos a ser los mismos?
Si algo hemos aprendido en estos meses de confinamiento ha sido a valorar nuestro gran patrimonio cultural. Reputadas organizaciones e instituciones, tanto nacionales como internacionales, han luchado por mantenerse a nuestro lado y proporcionarnos una gran amalgama de recursos que han hecho del encierro una experiencia un poco más agradable.
La música, el arte, el cine y sobre todo la lectura nos han acompañado en este camino de la mano de un sinfín de iniciativas promovidas en muchas ocasiones por las bibliotecas municipales.
En Camarma de Esteruelas la falta de recursos humanos y el miedo de los vecinos ante el gran número de contagiados locales, no impidió a Paloma, una mujer de armas tomar siempre dispuesta a difundir la cultura y ayudar a los demás, estar al lado de sus usuarios primero mediante videos colgados en la red y ahora intentando cumplir minuciosamente la normativa para hacer de su pequeño templo un lugar seguro.
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